Perdió un ojo en la plaza. Siete veces estuvo a punto de morir. Juan José Padilla, el torero, dice adiós ahora después de 25 años, 1.400 corridas y 39 cornadas repartidas por todo su cuerpo. Tiene hoy 45 años, y dice que está mejor que nunca.

¿Qué ve cuando se mira en el espejo?
Veo a un hombre muy afortunado. Me siento orgulloso de haber tenido una profesión dura y difícil.

¿Le da pena ver fotos de su cuerpo y su cara de antes?
¡Claro que no! Si ahora estoy más guapo que nunca.

¿Tiene más miedo ahora o cuando empezó a torear?
Siempre he tenido miedo. Antes, durante y después. El miedo es algo que existe en el torero. Intentamos disimularlo, no es fácil, pero forma parte de esta mítica profesión. Hay que ser humilde, aceptar las circunstancias como vienen, trabajar y no ser autocompasivo.

¿Dónde le duele más?
Estoy fenomenal, no me duele nada. Los doctores me han ayudado mucho.

¿Cómo se ve el mundo con un solo ojo?
Yo siempre digo que el ojo que he perdido es el ojo de Dios. No necesito otro ojo para ver bien, disfrutar de la vida, ir en coche, montar en bici, para disfrutar de mi familia, de mis amigos y de mi profesión.

¿Tiene algún amigo antitaurino?
Sí, pero respetan mi profesión. No vienen a verme, pero lo respetan.

¿Cree que la fiesta de los toros está en peligro?
Sinceramente sí la veo en peligro. El ataque antitaurino y de un sector político nos hace daño.

¿Qué es lo que más va a echar de menos cuando deje de torear?
Quizás la adrenalina.